viernes, 22 de abril de 2011

Los niños y la muerte

KÜBLER-ROSS, Elisabeth. La muerte: Un amanecer. Ediciones Luciérnaga, Barcelona 2.010


He extraído tres párrafos de este libro, los que hacen referencia a los niños y la muerte. La autora estudió medicina y psiquiatría y se especializó en estudios sobre la muerte y los cuidados paliativos. Creo que es un texto interesante que invita a la reflexión sobre el tema de la muerte, la existencia de los ángeles, la resurrección…

“En esta segunda etapa también os dais cuenta de que ningún ser humano puede morir solo, y no únicamente porque le muerto pueda visitar a cualquiera, sino también porque la gente que ha muerto antes que vosotros y a la que amasteis os espera siempre.
Lo que la Iglesia enseña a los niños pequeños sobre su ángel guardián está basado en estos hechos, ya que está probado que cada ser viene acompañado por seres espirituales desde su nacimiento hasta su muerte. Cada hombre tiene tales guías, lo creáis o no, y el que seáis judío, católico o no tengáis religión no tiene ninguna importancia. Pues este amor es incondicional y es por eso que cada hombre recibe el regalo de un guía. Mis niños pequeños los llaman “compañeros de juego” y desde muy temprano hablan con ellos y son perfectamente conscientes de su presencia. (…) Una anciana, al morir, me dijo: “Ahí está de nuevo.”. Y sabiendo yo de lo que ella me hablaba, le pedí que me participara lo que acababa de vivir: “¿Sabe usted?, cuando yo era pequeña, él siempre estaba conmigo, pero lo había olvidado completamente.” (Pág. 34-35)

“En general sois esperados por la persona a la que más amáis. Siempre la encontraréis en primer lugar. En el caso de los niños pequeños, de dos o tres años por ejemplo, cuyos abuelos, padres y otros miembros de la familia aún están con vida, es su ángel de la guarda personal quien generalmente los acoge; o bien son recibidos por Jesús u otro personaje religioso. Yo nunca he tenido la experiencia de que un niño protestante, en el momento de su muerte, haya visto a María, mientras que ella es percibida por numerosos niños católicos.” (Pág. 35-36)

Actualmente casi todos mis enfermos son niños. Yo los llevo a sus casas para que puedan morir. Preparo a sus padres, a sus hermanos y hermanas. Los niños temen estar solos en el momento de la muerte, tienen miedo de que no haya nadie junto a ellos, En el acontecimiento espiritual del pasaje no se está solo, como tampoco estamos solos en la vida cotidiana, pero esto no lo sabemos. Por tanto, en el momento de la transformación, nuestros guías espirituales, nuestros ángeles de la guarda y los seres queridos que se fueron antes que nosotros, estarán cerca de nosotros y nos ayudarán. Esto nos ha sido confirmado siempre, así que ya no dudamos nunca de este hecho. ¡Notad bien que hago esta afirmación como un hecho científico! Siempre hay alguien para ayudarnos cuando nos transformemos. Generalmente son los padres o madres que nos han “precedido”, los abuelos o abuelas o incluso un niño que haya partido antes que nosotros, y frecuentemente llegamos incluso a encontrar a personas que ignorábamos estuviesen ya al “otro lado”… (Pág. 60)